Lejos del ruido cae el sol en el ocaso, y las últimas aves buscan cobijarse de la noche.Ya nada es lo que parecía.
Las formas desdibujadas de los contornos de las cosas se convierten suavemente en figuras danzantes al ritmo telúrico de los susurros que el roce de las hojas y las pezuñas arrancan al silencio.
Nada es más esquivo que la noche, y aunque la voluntad rompe los conjuros que el miedo teje, de los rincones de mi cuerpo despiertan los recuerdo dormidos que la conciencia vence. Es el momento de los sueños y de los hechizos de la luna.
De lejos, de lo profundo del paisaje oscuro o de la brillante nitidez de las estrellas, emerge una llamada: el misterio de la muerte que abre sus puertas a la mirada atrevida de los que quieren ver.