Gracias, Diana, por tus manos.

 

Me acompañas sin pretensiones al borde mismo de la Nada.
Allí me dejas en el centro del Silencio.
En Luz me disuelvo, siendo Luz.
Y nada queda mío.
La gratitud por Tu presencia y el espacio pleno de la existencia sin destino.
Floto en el el cuerpo como la gota de agua en el océano.
Nazco a la magnitud del aire que respiro, pleno de energía.
El sentimiento es esencia de Pertenencia, el lenguaje fruto del movimiento.
Todo cabe en este este espacio carente de sentido, siendo como soy el universo todo.
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