¿De dónde nace el sufrimiento?
De entre tú y yo, de ese espacio tan lleno de intenciones y malos entendidos.
De los juegos perpetuos de poder y de deseo.
De las expectativas cruzadas y deudas heredadas.
De la culpa proyectada en ira insatisfecha y de la agresión recibida tornada en remordimiento.
Del amor silenciado que anhela ser correspondido.
Del esfuerzo no recompensado, de la frustración acallada por el miedo, el orgullo o la vergüenza.
De la exigencia feroz nacida de las propias carencias.
De la lucha contra el grito, de contener las lágrimas, de disimular el vacío en actividad deliberada dirigida a satisfacer falsos apetitos.
De los sueños mutuamente engrandecidos que se convierten en horribles pesadillas.
¿De dónde nace el sufrimiento? De no poder vivir lo que sucede y querer una vida inexistente, de la lucha contra lo obvio, de las fantasías catastróficas, de la impotencia de no poder con lo que no me corresponde…
El sufrimiento nace de tu existencia, tan próxima como lejana. Tan deseada. Tan inasible. De ti, de entre nosotros, que queriendo amarnos nos hundimos en el misterio del desencuentro.
Y no obstante, puedo mirarte y comprenderte en el silencio de tu presencia, pues aunque distantes en pensamientos y deseos, nos reconocemos como humanos.