Hace trece años escribí lo que sigue:
«Deseo un gran proyecto, grandes objetivos, ser un mago milagrero y genial. En mi fantasía me disparo al éxito, a los grandes logros, a ser inmortal.
Pero tomo aliento y me siento.
Y entonces caigo en la cuenta de lo que no tengo y de lo que poseo. Y mi gran proyecto se transforma en ser padre, un padre presente y cierto, en ser compañero, amar y entregarme mientras puedo, y recibir, recibir y compartir. Y también en ser médico. ¿Salvar vidas? Renuncié hace tiempo.
No. Servir de consuelo, acompañar, y guiar si es necesario hasta donde yo veo a través de este valle de lágrimas al puerto de la conciencia y del amor. ¿Grande? No, sencillo, aquí mismo, entre tú y yo, facilitar el encuentro, evitar los tormentos, y poner lo pies en el suelo, sobre esta tierra de abundamcia, sobre este desierto.»
Aú es válido.